ARSENAL 1 - BELGRANO 4
Belgrano goleó 4-1 en Sarandí y le puso punto final al sueño de Arsenal. El Picante Pereyra, Teté González, Farré y Damián Pérez, en contra, marcaron los goles del Pirata, mientras que Nervo fue el autor del descuento de los del Viaducto.
"Falta dar el salto de calidad". No es habitual que un técnico marque con tanta crudeza los defectos que ve en su equipo. Gustavo Alfaro lo hizo. No ahora, claro, sino cuando promediaba el campeonato. Arsenal todavía no se había metido de lleno en la pelea, pero pintaba para hacerlo. ¿Regularidad? ¿Juego? ¿Contundencia? No, lo que mantuvo al Arse con chances hasta la penúltima fecha fue la irregularidad del torneo. Ojo, esto no quiere decir que la campaña haya sido mala, de hecho apenas pedió cuatro partidos. Sin embargo, nunca mostró ese salto de calidad del que tanto habló Alfaro.
Ricardo Zielinski es tu técnico astuto, manioso, y si hay algo de lo que sabe es de estrategia. Entonces, seguramente antes del partido se haya preguntado cómo complicar al equipo de Alfaro. ¿Cómo? Cediéndole el protagonismo. Lógico, al fin y al cabo el que estaba peleando el torneo era Arsenal, ¿no? Ahí estuvo la llave del triunfo: a pesar de tener la pelota, el local nunca supo qué hacer con ella.
Proponer no es el fuerte de Arsenal. Sí la pelota parada, justamente uno de los valuartes del trabajo de Zielinski. Entonces lo que suele lastimar a todos no hizo efecto en Belgrano, que esperó en bloque y cuando tuvo la pelota salió disparado de contra aprovechando la velocidad de un Bueno que, para colmo, tuvo una tarde brillante, la mejor desde que llegó a la B. Comandó todos y cada uno de los ataques visitantes, le hicieron el penal con el que el Picante Pereyra puso el 1-0, habilitó de forma exquisita a Teté González en el segundo y, de no ser por el travesaño, hubiera hecho un golazo descomunal en la jugada que finalmente terminó con el tanto de Farré.
Belgrano pirateó el sueño del Viaducto jugando a lo que juega Arsenal. O a lo que juega Zielinski, todo depende de cómo lo mire. Lo único cierto es que Alfaro tenía razón: faltó el salto de calidad.
Fuente: Diario Olé
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