Francescoli todavía no asumió a la secretaría técnica pero ya empezó a trabajar: se comunicó con Lugano e intenta convencerlo para que sea ese cacique que le falta a River.
El deseo es que sea el lunes, o el martes a más tardar, pues D’Onofrio y compañía no imaginan mejor regalo de Navidad que un Príncipe de ojos saltones. Es apenas una formalidad lo que falta, no más que eso, la foto que confirme la vuelta más esperada y que, de paso, sirva de regocijo para ese maltrecho paladar riverplatense. Francescoli, se sabe, asumirá la semana que viene como manager de River, pero mientras tanto ya empezó a ganar tiempo trabajando desde afuera del que será su despacho. Y aunque coincida con Ramón Díaz y el nuevo presidente en que hay que reforzar el ataque, el Enzo cree que a este plantel también le faltan gritos en la otra orilla de la cancha. Agarra el charrúa la secretaría técnica. Y, justamente, quiere garra charrúa. A un tal Diego Lugano.
En esta historia, de momento, no hay contactos formales ni tampoco un camino sencillo por recorrer. De hecho, el caudillo en cuestión es uno habitual -y siempre esquivo- en cada mercado de pases, acaso un apellido que suena tanto y se acerca tan poco como el de D’Alessandro. Pero Francescoli, igual, se embarcó en esa aventura que en Núñez nadie pudo concretar y arrancó con un método de seducción que incluye reiterados llamados telefónicos al líder de la selección del Maestro Tabárez. De uruguayo a uruguayo, de vo’ a vo’, Lugano es una vieja y rubia debilidad de Francescoli, quien cree que con el Mundial a la vuelta de la esquina al cacique de 33 años le vendría al pelo tener mayor continuidad antes de la expedición a tierras brasileñas, donde fue referente del San Pablo multicampeón en el 2005. Más tarde, también, la Tota se convertiría en ídolo del Fenerbahce, pero desde que dejó Turquía entró en una especie de neblina, sin mucha participación en el glamoroso PSG primero, en el sorprendente Málaga después y en el modesto West Bromwich ahora. De agosto a esta parte, en el fútbol inglés sumó apenas cuatro partidos, los mismos que jugó para la Celeste en dicho período, y la novedad es que acaban de rajar a Steve Clarke, el técnico que no lo venía teniendo en cuenta.
Con Cavenaghi al caer, Scocco como ese sueño de arduo alcance, con Papu Gómez, Guiñazú y Andrés Chávez ofrecidos, Francescoli quiere asumir con un as bajo la manga.
Fuente: Diario Olé.
