jueves, 21 de agosto de 2014

Ser capitán de Copa Davis en tiempos de restauración

Opinión: Por Claudio Cerviño

Ser capitán de Copa Davis, una añeja obsesión para muchos. Ni hablar en la Argentina. El tiempo ha transcurrido y el codiciado trofeo continúa esquivando los deseos, tanto del ámbito del tenis como de la gente; incluso se llegó a desecharlo por negligencia propia, como en 2008. Pasaron cracks, incluido el mejor de todos los tiempos, y la mayor generación de talento y variedad que se haya visto, que nos acostumbraron a ganar cosas importantes. Menos la Davis, ámbito en el que prevalecieron los enconos, las miserias, las disputas interminables. Hasta hoy, inclusive.

Es tan cautivante la Davis que aun cuando ni siquiera se sabe en qué categoría va a jugar la Argentina en 2015 ya se habla de la sucesión. Martín Jaite prepara su última serie ante Israel, en menos de un mes. Fueron tres años con sus vaivenes, salpicados por las controversias con Del Potro. No le tocó la mejor etapa a Jaite, con un recambio dificultoso, rispideces y poca presencia de la principal raqueta del país. Era un riesgo que se corría y la conducción de la Asociación Argentina de Tenis no lo ignoraba. La jugada no salió bien y en ello, como se dijo infinidad de veces, no está en discusión la idoneidad de Jaite. Las conveniencias, las necesidades, el tacto en definitiva pedían una movida distinta. La famosa muñeca política que le llaman.
Mirando hacia adelante, cuando Daniel Orsanic, un trabajador de siempre y de bajo perfil, que ya está dentro de la AAT a cargo del área de Desarrollo de Juveniles, suena como una carta muy posible, de pronto irrumpe José Luis Clerc, con una autopostulación mediática. Tal vez resulte chocante para algunos, pero ¿quién puede discutir a Clerc, con más de una década de circuito, espíritu de docencia y con ganas de aportar sus conocimientos? Más allá de algunas peculiaridades en sus enunciados radiales -"¿Cómo me llevo con Del Potro? Con Juancho muy bien", "A Juan le diría jugame sí o sí"- y de la posibilidad de convocar nada menos que a Guillermo Vilas (sí, a Vilas, con el que estuvo enfrentado muchísimo tiempo) para darles charlas motivacionales a los jugadores, Clerc fue uno de los que sufrieron desde siempre la Copa Davis como jugador; la padecía, igual que Jaite. Su tenis, de alto vuelo, convivía con las presiones y las situaciones límite, hasta tocándole protagonizar, en el Buenos Aires, el descenso en 1985 contra el entonces ignoto Andrei Chesnokov. Ahora bien, a los 56 años, ¿es una utopía Clerc? Podrá ser mejor o peor que otros capitanes, pero es una referencia. Como el día de mañana podrían serlo también los Coria, los Nalbandian, los Cañas.
Son tiempos de restauración para el tenis argentino, cuya mejor ecuación sería encarar 2015 en el Grupo Mundial y con Del Potro. Por ahora, nada seguro. Y quien tome el timón, además de ser razonable y propenso a buscar la unidad, deberá tener espaldas para afrontar una búsqueda de crecimiento. Hay un solo crack, en recuperación, y muchos obreros. La Legión ya es un hermoso recuerdo; el mañana, en plena transición, hay que pulirlo, moldearlo. Quizás ese rol docente que fascina a Batata y que también tienen otros, como Tito Vázquez, pueda constituirse en una alternativa. En 2015 o más delante. ¿Y por qué no?
FUENTE: Cancha Llena - La Nación 

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