El ex Boca, que superó un bajón y una lesión que lo marginó, se perfila para jugar el domingo.
Con hablar pausado, lleno de timidez, Juan Martín Imbert le comenta a la prensa lo que estuvo viviendo en estos días de resurrección. Empezó siendo clave en el despegue inicial y después su luz fue apagándose culpa de una seguidilla de partidos que le gastó las energías en Atlético. El hecho de haberse sumado tarde a la pretemporada fue un lastre que le costó manejar.
Imbert, dicen los allegados al grupo, hoy es un rayo. Él, particularmente, prefiere no subirse a los elogios y ni cree estar seguro entre los 11 titulares que el domingo recibirán a Unión. Apela a la muletilla del futbolista. “Si el técnico decide ponerme, espero estar a la altura de mis compañeros”, manifiesta en un tono esperanzador. Es casi un hecho que “Juancito” será de la partida dominical, desde las 18.
Y como tal, ya la vive a fondo. “Seguro que todos los rivales que enfrentamos nos quieren bajar. Juegan su propia final contra nosotros como nosotros lo hacemos todos los fines de semana. Van a venir a hacer su partido pensando en llevarse algo”, dice Imbert, a propósito de los visitantes del “decano”. Las estadísticas demuestran que en el Monumental nadie se lleva nada gratis. Atlético es un tormento para sus enemigos.
“Debemos seguir haciéndonos fuertes acá”, agrega Juan, pisando el acelerador y evitando así que alguien crea que él o sus compañeros están confiados.
“Este partido es importante”, confirma el delantero. Vale más que tres puntos y explica por qué. “Nos devolvería confianza en lo anímico. Nosotros no pudimos ganar estos últimos partidos de visitante y queremos aprovechar lo bien que nos va en casa para hacerlo”. Lo jura un Imbert renovado. “Estoy muy bien, superé la lesión y estoy con muchas ganas de jugar”.
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