domingo, 19 de octubre de 2014

La violencia no tiene fin

Caos después del polémico empate de Defensores contra Dock Sud: batalla campal en la puerta del vestuario y piedrazos y balas de goma afuera de la cancha. El Dragón salió con una custodia particular...



El arquero en el piso, lesionado. Los del Docke no la tiran afuera. Los de Defe, después de recuperarla, tampoco. ¿El árbitro? Siga, siga. Enrique, sin oposición, mete el empate en el duelo de punteros. Así fue el génesis de la locura. “Se pudre todo, la puta que los parió”, bajaba de la tribuna del Inundado. Y se pudrió. Adentro de la cancha volaron piñas entre las dos delegaciones. Afuera, los hinchas del local a los piedrazos contra la Policía y bloqueando ambas salidas de la Avenida Debenedetti, a la espera de que los visitantes intentaran salir de la zona. Una odisea para que los jugadores del Dragón puedan irse a salvo. Un caos, otro más, que mancha la pelota.

El aroma a final por el choque de líderes, intensificado por los resabios de una vieja pica entre Dock Sud y Defensores, generó un clima enrarecido desde el vamos. El ambiente pasó a ser de fiesta con el gol de Miranda Moreira, pero fue la calma antes de la tormenta. Porque cuando Monllor quedó tendido en el suelo, los del Dragón no la tiraron afuera (vale aclarar que los del Docke, antes, tampoco) y entre el juez Alejandro Ramírez y el asistente Ariel Boquín increíblemente dejaron seguir el ataque visitante que desembocó en el gol, estalló. Los seis minutos que estuvo detenido el juego, entre protestas locales y los hinchas que se subieron al alambrado, fueron sólo un preludio. Una vez decretado el empate, comenzó el caos.

Primero, los futbolistas del Inundado encararon a los rivales y, en la entrada a los vestuarios, se armó una batalla que involucró a dirigentes y cuerpos técnicos. Mientras, en la puerta de la cancha, la gente de Dock Sud estaba a los cascotazos hacia la Policía. Fueron los futbolistas de su equipo quienes frenaron la lluvia de piedras: vestidos como jugaron, salieron a la calle a pedirles que paren de arrojar proyectiles porque tenían sus autos estacionados ahí. La calma duró poco, porque mientras la mayoría se quedó en el lugar, un grupito dio la vuelta a la manzana y encaró por el lado opuesto de Debenedetti, ocupó la otra salida que tenía Defe, y retomó los piedrazos. La Policía intervino con balas de goma. ¿Cómo volvieron al Bajo Núñez? Con un procedimiento hollywoodense: lo custodió un oficial, arriba del micro, apuntando por una ventanilla con su arma. Increíble pero real. La escena final, de desolación, fue digna del epílogo de una película bélica: había terminado una guerra, aunque por suerte sin heridos, e increíblemente sin detenidos. Nos tapó el agua.


Fuente: Diario Olé.

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